Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio
En este excelente post escrito por Lucas Arrimada (No hay) , se reflexiona sobre el episodio más que lamentable que tuvo por protagonista a la jueza Parrilli. Algunas de las discusiones de los comentarios a ese post nos han asombrado. Se concentran en la posible violación de garantías de la jueza, en el “contexto” en el cual dijo las atrocidades que dijo, en la posibilidad de que el auto estuviera bien estacionado, y en otros problemas que ha padecido la pobre víctima, esto es. Una jueza que no escuchó a nadie, que gritó e insultó y maltrató a todo el mundo, que amenazó a una empleada con detenerla ocho meses si entraba a su jurisdicción, con la cereza de las rubias y las morochas.
Nada de eso justifica el comportamiento que se puede ver en los videos.
Pero el gran problema va mucho más allá de este terrible episodio. Como señala Lucas, debemos preocuparnos por todas las formas del abuso de poder. Este caso nos obliga a reflexionar acerca de si estamos frente a un suceso patológico pero aislado o si, en realidad, solo nos vemos impactado por la fuerza de las imágenes de un video que pone de manifiesto varias de las características de nuestros poderes judiciales.
“Estoy trabajando” parece ser la única excusa para el reclamo desmedido del privilegio. Como si las personas que la atendieron y el resto del planeta hubiera estado durmiendo la siesta. Ella no tiene tiempo, y no tiene tiempo porque está trabajando. Si esto fue realmente así, debió dejar su reclamo de lado, tomarse un taxi y seguir trabajando, no preocuparse por su auto particular. Los abogados también trabajamos, y tenemos audiencias, traslados y procuraciones en distintos tribunales. Sin embargo, ni en Comodoro Py ni en Plaza Lavalle tenemos estacionamientos privilegiados, ni ascensores para nuestro uso exclusivo, ni comedores para nuestro uso exclusivo, etcétera, etcétera, etcétera. No estoy reclamando tales privilegios, solo señalando la lógica de la desigualdad, de la jerarquía, del privilegio propia de la organización de nuestro poder judicial.
¿Por qué los integrantes de un tribunal de juicio deben ser “camaristas”? Son jueces de grado, no hay más razón para ello que la necesidad de sacralizar la jerarquía y el rango, como si se tratara de la organización de las fuerzas armadas. ¿Por qué esa reunión anual que realizan quienes integran estos tribunales de juicio deja afuera a los jueces correccionales? ¿Porque ellos no son “camaristas”?
¿Por qué cuando se discute el posible traslado de la justicia penal ordinaria al ámbito del poder judicial de la Autónoma uno debe escuchar afirmaciones tales como “yo soy juez nacional, no pasaré a ser un juez municipal”? Quienes tienen esta percepción sobre este tema, parecen presuponer, al menos, que:
a) la estabilidad de los jueces en el cargo no es un mecanismo que tiende a proteger el derecho de los habitantes a una justicia independiente;
b) la estabilidad de los jueces es un derecho subjetivo de carácter laboral; y
c) el derecho de los habitantes de esta ciudad a contar con un poder judicial local es de menor jerarquía que el derecho natural de los jueces a permanecer atornillados a sus sillones de por vida.
¿Cuáles son los contraincentivos que genera el poder judicial contra esta lógica del privilegio y la prepotencia? Ninguno. Seguramente el nivel de exposición de Parrilli terminará con su destitución. No es que creamos que no debe ser destituida, sí lo creemos.
Pero también creemos que lo que muestran los videos es solo un síntoma de un problema mucho más grave: la racionalidad que informa a nuestro poder judicial.
* Reproducción de una entrada del Blog "No Hay Derecho" (26/9/2009)
Candidata: Rosa Elsa Parrilli
Categoría 6
Postulada por #PORLAJUSTICIA
ADVERTENCIA: LOS SIGUIENTES VIDEOS TIENEN ESCENAS
DE PREPOTENCIA JUDICIAL EXPLÍCITA
Se recomienda que las personas menores
45 años vean estos videos acompañados
de alguna persona mayor
4 comentarios:
Leí el post "No hay", y sus comentarios.
Estoy de acuerdo con tus dichos, por un lado. Nada justifica.
Porque además, miente.
Cuando un juez está "trabajando", como ella dice, es "transportado" por personal policial -un patrullero, o un auto oficial donde un policía hace las veces de chofer-. Entonces, a volar que hay chinches. No estaba "trabajando" .Saquemos el tema auto y trabajo del contexto.
Habiendo sacado los elementos "trabajo" y "auto" de la ecuación, no queda nada más que ella como individuo, más allá de su cargo. Es ella como individuo y sus circunstancias.
Entonces para mi criterio, paso directamente a la racionalidad que vos referís.
Y en muchos casos, no la hay. Pero a ojos vistas no la hay.
Se enamoran narcisísticamente de sus cargos, de sus sillones y de sus excepciones. De sus alfombras, de su levantar el teléfono y que se mueva media humanidad. Se enamoran del poder que les ha sido otorgado.
Y es ahí donde se van de mambo, y creen poder actuar como ella actuó y que eso es normal y corresponde.
Insisto desde hace años que si esta gente no pasa por una pericia psicológica cada x tiempo, es inevitable que se vayan al carj... en bote.
Porque esa clase de poder, genera inevitablemente conductas patológicas de las que pocos logran zafar. Algunos zafan, son pocos.
Tanto poder sobre la vida de otros, enferma mentalmente.
Saludos
Recuerdo que cuando salió esta noticia la comenté con un querido amigo, colega de la señora Parrili. Este amigo es uno de los pocos jueces auténticamente republicanos que conozco. Si bien le pareció tan espantoso como a cualquier persona de bien la actitud mostrada en la peliculita, le costó horrores digerir la idea de que debía ser echada de su trabajo.
Y no hablo de destitución sino de despido en forma deliberada. Los jueces (y muchos que no lo son, pero que morirían por serlo) creen que la judicatura es una especie de mutación genética. Se "es" juez, no se "trabaja" de juez. Pasan a ser seres superiores, que participan de la divinidad (ni te cuento si "sos" camarista)
Es como el cuento de los dos loros en venta, uno que recitaba poemas en cinco idiomas y otro que no decía una palabra pero costaba mucho más. Al preguntar al vendedor el por qué, respondió "es cierto, no hace nada, pero el otro loro le dice 'Su Señoría'"
Lo triste del caso que el abogado defensor en el Jury fue Julio Virgolini, a quien estudié y en el ambiente se lo considera progre
El abogado de Parrili fue Julio Virgolini, quien en los congresos de Criminología se la tira de progre. Muy Triste, tan entusiasmado que leí la Razón Ausente
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